La última vez que la ví yacía fria encima de la mesa dentro de la morgue donde habían congelado su hermoso cuerpo. Me tocó ayudar a vestirla y sin saber lo que hacía sentía una enorme paz. Sabia que esta mujer tan alta, esbelta, y bella ya no sentía dolor, ya no le dolía nada.
Unos dias antes de su muerte, estaba yo afuera de su humilde casa de madera inservible construida en una de las barriadas mas pobres de la ciudad, el Marañón, rogándole al Todopoderoso que tuviera misericordia sobre ella, y se la llevara porque ya mi amada abuela no podia vivir de la forma que estaba viviendo. Casi muribunda, con toda la garganta y boca destruida; practicamente quemada en vivo por el Cáncer que la había comido toda esa area. En sólo un año esa maldición la había convertido casi en un esqueleto irreconocible. Ella, una mulatona con impactante porte, delicadeza de Condesa, y sábia como las matriarcas del antaño, sólo que ella, una Negra colombiana fue violada a escasos 15 años por el amo, dueño y señor de las tierras situadas en el Valle del Cauca, donde provenían los González. La esposa de ese descarado hombre que probablemente la amó, adoptaron a mi abuela como se solia hacer con las criadas de los amos cuando estos abusaban de ellas y las preñaban como animales. Él, mi abuelo, tenía unos 70 años por lo que me contó una vez mi madre. Esta a su vez era la hija numero 17 o 20 de este hombre. Mi abuela llegó a tener otro hijo de mi abuelo. No sé cómo y cuándo se trasladaron para la ciudad de Panamà o Darien ya que mi mamá hasta sus últimos dias contaba que era del Darién, es decir, panameña, no colombiana.
Y pues, mi abuela tuvo varios maridos y varios hijos con ellos. No porque fue una mujer como aquellas que tienen hijos de varios hombres; sino porque el segundo marido que tuvo fue asesinado y tirado en un pozo, según contaba la historia de su deceso.
Jamás supe nada de la familia de mi abuela. Sólo que su mamá era española de buena familia y su padre un negociante Negro. No sé si era africano o si había hacido en Colombia, pero aparentemente también murió o fue asesinado. Tampoco sé qué le pasó a su mamá ni cuándo murió, pero aparentamente murió joven, algo muy importante indigar por lo que pasaría después con mi abuela y luego mi madre. Lo que recuerdo de mi abuela es que jamás me permitían vivir con ella o casi visitarla al Marañón. Cito esto porque tuve la oportunidad de vivir con ella cuando le dió a mi mamá por dejarlo todo y trasladarse para los Estados Unidos a tan tierna edad, dejándome al cuidado de su tia, la hermana de su papá. Y dejó a mi hermano el cual era ciego y mudo, en un orfanato bajo el cuido de unas monjas.
Pero, a pesar de que no podía vivir con mi abuela y casi visitarla, ella hacía todo lo posible por visitarme. Recuerdo que siempre me daba dinero, para ser exáctos la última vez que la vi por casualidad en la calle cerca de donde vivía en El Chorrillo, me dió un dólar. Nunca pensé lo valioso que era ese dolar ni cuánto significaba para ella darmelo. Probablemente, era su único sostento, pero prefería dármelo. Ni recuerdo lo que hice con ese dólar, probabemente habré comprado ojaldas ya que siempre paraba con hambre porque mi tia solo dejaba la gran parte de la comida para su adorado hijo. Un borracho que manejaba taxis en la antigua Zona y siempre llegaba borracho con prostitutas a su cuarto el cual quedaba a 3 cuatros de donde vivíamos en la casona situada en 808 altos del 68 Calle 17. Le dejaba las mejores presas de pollo o cualquier comida que hacia en su honor. También le daba las mejores porciones a la Aracelys. Ufff no la soportaba, era una mujerzuela, floja, gorda, y creida, la mujer de su nieto Juanico, otro bueno para nada. A ella le daban las enormes porciones de comida porque ella le estaba dando los visnietos que tanto adoraba. Yo pues, era la criada de la casa, a mis tiernos 4 o 5 años me tocaba limpiar de tras de todos. Y cuando fui creciendo parece que esta faena aumentaba. Lo irónico era que mi madre desde lejos le enviaba a mi tia abuela dinero para mi sostento, una cantidad que para ella era demasiado. En vez de cerciorarse de que yo estuviése bien, me daba menos y no me atendia como era necesario. Dormía encima de un petate en el piso y me tocaba llevar su basenilla repleta de desperdicio humano, al baño y lavarla. Los baños quedaban al otro costado de la enorme casona donde varias familias depositaban sus desperdicios en tinajas grandes y donde podias ver toda la mierda acumulada. Si no tenías una basenilla, te tocaba usar esos escusados tan horrendos y apestosos. Para que hablar de los baños, o veías ratoncitos en las esquinas, o escuchabas como otros tenían sexo mientras se bañaban.
Cada vez que mi abuela venía a visitarme, me alegraba mucho porque ella me hacía sentir tan especial. A veces podía irme con ella para su casa, pero tengo vagos recuerdos de cuánto tiempo me podía quedar con ella. La verdad es que no sé si alguna vez pude dormir en su casita. Siempre estaba tan bien vestida y maquillada; al igual que perfumada, mi abuela y siempre la veía fumándose un cigarrillo al revés. De seguro que esto tuvo que ver con la enfermedad que le quitó la vida a escasos 54 años. Recuerdo que hubo una discusión entre ella y mi tia abuela, aparentamente de algo que o hice yo, o dije yo. La discusión fue muy mala y no ví ni me dejaron verla por casi un año, hasta que por supuesta casualidad, me topé con ella cerca de la vivienda, casi a la esquina de la piscina que estaba en esa area.
Y fue entonces que me enteré tenía Cáncer de la garganta. Según unos rumores el marido que tenia entonces, le había ocasionado un golpe en la cara y ella cayó al piso hiriéndose en esa área; no sé. Pasaron los meses y ella se debilitaba más y más casi desapareciéndose. Ninguno de sus hijos le informó a mi mamá de la seriedad de la enfermedad de mi abuela. Yo si le dije estaba enferma; pero qué va a saber de esas cosas una joven de 16 o 17 años? Estaba más preocupada en graduarme de la Preparatoria y poder regresar á los Estados Unidos donde había ido años tanto, pero tuve que regresar por insistencias de mi mamá.
Sonó el teléfono, era domingo. Mi tia se dirige a mí y me dice- tu abuela está muy grave, pide verte. Ve a verla, te doy permiso.-Y me fui de inmedeato. Al llegar estaba irreconocible mi amada abuela Isabel, casi era huesos. Con todo y eso, me dijo - nieta, mira en la estufa hay comida, come mi nieta adorada.- No recuerdo si comí o no comí. Queda citar que ya me había graduado de la prepa y me mataba el remordimiento porque no la invité a mi graduación porque me daba pena que mis compañeras vieran a mi abuela Negra. No sé, no sé que me dió, lo siento abuelaaaaaaaaaaaa.
Llena de remordimiento, empecé a recordar cuán feliz me sentía cada vez que la visitaba. Cada vez que ella sabía yo la iba a visitar, me hacía mi plato favorito, espaguetis con pollo guisado y un poco de arróz blanco. Jamás he vuelto a comer una comida tan especial y hecha con tanto amor. Llegué a hablar con ella y fue cuando ella me mostró cuán avanzada estaba la enfermedad y cómo había destruido su boca. No recuerdo si fue entonces cuando salí y me senté afuera bajo el ardiente sol mientras alzaba la cabeza hacia los cielos y le gritaba a Dios que se apurara en llevarla porque no soportaba verla con tanto dolor. No rezaba para que hiciese el milagro de salvarla, rezaba para que permitiera que ella muriera pronto para no sufrir más.
-Quiero ir al hospital nieta querida, por favor ház que me lleven al hospital para que me pongan esa inyección que me alivia el dolor.-me imploraba mi abuela amada.
-Si, abuela, vámos yo la llevo abuela, yo la llevo.-le respondí con mucha autoridad y convicción de que iba a ser lo mejor para ella. Por lo menos sentiría menos dolor y podría descansar tranquilita mi abuela. La llevé y no sé cómo, pero al llegar al hospital pienso llamaron a sus hijos y fue cuando todo cambió drásticamente para mí. Uno de sus hijos, un hombre que no soportaba porque se habia aprovechado de mi mamá haciéndola pagar por sus estudios y jamás agredeciéndole por esto. También se burlaba de mí con mi tia abuela cada vez que yo veía a mi papá, En ese entonces, todavia lo quería a pesar de que él no me visitaba, salvo cuando venia de visita mi mamá. Alfonso, era un patán y un creido, y mejor ni cuento lo que decian sobre él y lo dicen le hizo a mi tia, la hermana menor de mi mamá. Pero, ese hombre se empeñó en acusarme vilmente de haber llevado a mi amada abuela al hospital sin permiso de nadie.
Al llegar mi tia, la esposa de mi tio, la llevamos, no recuerdo quien mas fue. La atendieron los medicos y le dieron la inyeccion que tanto deseaba mi amada abuela. Pero, no la admitieron los doctores porque sabian no pasaria otro dia con vida. Eso no me lo dijeron claro, asi es que al salir del hospital, antes de dirigirme para la casa de mi tia, me cercioré que mi tia y mi tio se encargaran de ella y no la dejaran sola. Antes de llevarla al hospital recuerdo como mi abuela desesperadamente señalaba que buscáse sus joyas ya que me las quería entregar. El marido de ella no permitió que me las llevara y como todo estaba tan ofusco, la verdad es que no recuerdo mucho ya que lo unico que me importaba hacer en ese momento, era que la llevaran para el hospital y que le aplicaran esa inyección que le iba a ayudar a lidiar con el tremendo dolor que la estaba matando. Al llegar mi tia Sabina, la vistieron y todos salieron. Recuerdo haberle dicho adios a mi abuela en la Avenida Central, ella miró para atrás y en ese instante sentí no la volvería a ver jamás con vida.
Regresé para la casa de mi tia abuela, era bien tarde, comí y me fui a dormir. Estaba de vacaciones y como me había graduado, me tocaba caminar por las calles en busca de empleo. Al dia siguiente me propuse a hacer eso mismo, cuando sonó el teléfono. Era uno de mis tios informandole a mi tia de que mi abuela, mi amada abuela, había fallecido en cuanto llegó a su casa del hospital. No la habian admitido, no sé por qué. Si le dieron la inyección como lo había pedido ella. Pienso mi tia llamó por cobrar a mi mamá, y lo primero que dijo fue por qué yo no le había dicho lo grave que estaba su mamá, mi abuela. Sentí que me incriminaba por no haberle notificado nada sobre la seriedad de la enfermedad de mi abuela. Toda la culpa descendió sobre mí. Apenas había 18 años, todavía no marcada por la vida amorosa, es decir aún era inocente. No pensaba en la muerte, solo en cuándo me tocaría encontrar empleo. Acepté la responsabilidad, me vestí y fui a la casa de mi abuela, donde yacia inmóvil y sin vida sus restos.
All llegar, estaba mi tia, la esposa de mi tio en la casa. Entré y al ir para su cama donde yacia su cadaver, noté que tenia los ojos abiertos aún y en eso ví cómo se los cerraba mi tia. Sentia paz porque sabía que ella estaba en paz, que no estaba sufriendo. Al dia siguiente, al ir a su velorio ví a tanta gente. Pero, lo que más recuerdo es la cara acusante de mi tio Alfonso.
-Tú eres la causante de la muerte de mi mamá. Por tu culpa ella está muerta.- me gritaba con rabia incontrolable. Yo, permanecí callada hasta que alguien lo quitó de donde estaba yo, y no recuerdo mas nada. Dos dias después llegó mi mamá reprimiéndome nuevamente por no haberla avisado antes. Parecía que todos se habían propuesto olvidar el dolor que yo estuvíese sintiendo por la pérdida de mi amada abuela, la única persona que me ha amado en mi vida. Lo poco que sabía era que jamás alguien me volvería a amar como me amó mi abuelita linda. Ni mi madre la cual también murió joven hace 30 años, nadie, absolutamente me ha querido como lo hizo mi abuelita. Ni siquiera mi hijo hoy en dia pienso, que en efecto fue Isabel la que vió en mí la luz que le daba a ella vida.
Por esto y por todo lo que hiciste por mí abuela, te doy las gracias. Ahora que yo misma soy abuela, se cuán especial es el amor de abuela hacia sus nietos. Es un sentimiento indescriptible, no sabía cuanto te amaba Abuela, hasta que perdí a mi madre, tu hija. Es que siempre tu abuela me colmabas de besos y abrazos cuando me sentía tan sola y desesperada. Gracias abuela por ese amor que se continuas teniendo por mí desde el más allá. Cada vez que pienso llegar al abismo, reconozco tus brazos extendiéndose para agarrarme y salvarme, asi previniendo sucumba en el mar de la desesperación. Gracias abuela, gracias Isabel. #AMiAbuelaIsabel